VULNERABILIDAD

AMENAZADOS, ATACADOS, DEMANDADOS Y DESACREDITADOS

El periodismo independiente y de investigación tiene su precio. Casi la mitad de los medios en esta encuesta dijeron que miembros de su equipo sufrieron chantajes, amenazas o violencia por causa de su trabajo periodístico. A pesar de su vulnerabilidad, solo el 21% de los medios digitales nativos estudiados dijo que se había autocensurado por causa de algún tipo de amenaza.

Los medios digitales nativos pagan un precio por perseguir la verdad

Entre los retos que enfrentan los medios digitales nativos de este estudio están el secuestro, las amenazas físicas, las demandas, los hackeos (ataques informáticos) y las auditorías. Más del 45% fueron víctimas de amenazas o de violencia por su labor periodístico y muchos de los participantes dijeron que la intimidación y las amenazas les han llevado a la autocensura.

Más del 20% de las organizaciones admitieron que evitaron cubrir ciertos temas, personas e instituciones por causa de amenazas e intimidación.

Las demandas también se utilizan para censurar a los periodistas. Después de Congresso em foco, en Brasil, publicara una historia sobre los “súper salarios” de personal gubernamental que excedían el límite legal, fueron atacados con una acción orquestada de 50 demandas. A la fecha, han ganado 48. Las dos últimas están pendientes pero el costo de atender a las audiencias en todo el país tuvo  un gran impacto en sus finanzas.

Los medios digitales también enfrentan repercusiones financieras: 25% reportó perder contratos publicitarios por causa de su cobertura de noticias. En México y Argentina, una táctica preferida por el gobierno ha sido iniciar auditorías de impuestos interminables a los medios.

Los ataques digitales son una forma de censura y de venganza que se vuelve cada vez más común. La mitad de las organizaciones sufrió ataques informáticos por su cobertura noticiosa, desde cuentas de correo y de redes sociales hackeadas hasta ataques de denegación de servicio (DDoS, por sus siglas en inglés), hasta campañas de difamación o descrédito digitales.

En un ataque DDoS, un hacker usa miles de computadores comprometidos para recargar un sitio web, lo cual lo vuelve imposible de visitar por otras personas. Cualquier persona puede pagar para lanzar un ataque DDoS en contra de un competidor, rival político o sitio web periodístico, por tan poco dinero como US$5, usando servicios listos para su contratación que están en la parte oscura de la red. Esta forma digital de censura está popularizándose en América Latina (y alrededor del mundo) y es un problema tan común para los medios digitales que Google desarrolló Project Shield, un servicio gratuito para periodistas, organizaciones de derechos humanos y monitores electorales. La organización sin fines de lucro equalit.ie, en Canadá, ofrece una protección similar por medio de un servicio llamado Deflect, pero muchos medios digitales nativos aún no están protegidos.

Hackear correos de periodistas también parece estar haciéndose más común. Un artículo de New York Times, de junio 2017, señaló: “Carmen Aristegui, una de las periodistas más famosas de México, fue el blanco de un operador de spyware que se hizo pasar por la Embajada de Estados Unidos en México, y le instruyó a hacer clic en un enlace para resolver un asunto con su visa”. Aunque el artículo notó que no había prueba fehaciente para probar que el gobierno era responsable, “el despliegue de spyware por parte del gobierno mexicano ha estado bajo sospecha antes, incluyendo intentos de hackeo hacia opositores políticos y activistas que están en contra de intereses corporativos en México”.

“Hemos sufrido muchos ataques cibernéticos. Una vez reemplazaron todas las imágenes de nuestro sitio con pornografía. Perdimos gran cantidad de contenido y nos tomó una semana reemplazar todas nuestras imágenes. Fuimos golpeados varias veces por un sistema que usa su servidor para redirigir tráfico desde tiendas en línea. Esto hace a nuestro sitio muy lento e imposibilita una actualización. Después de que eso sucedió varias docenas de veces, tuvimos que migrar a una infraestructura más robusta”.

-Dal Marcondes,

Editor de Envolverde, Brasil.

Buscando la independencia editorial, y sufriendo por ella

En sus misiones, prácticamente todos los sitios que estudiamos en Argentina, Brasil, Colombia y México hacen énfasis en el deseo de diferenciar su trabajo siendo independientes a nivel editorial. Han expresado su insatisfacción con los medios tradicionales de su país por coincidir con intereses ocultos, fallando a la hora de cubrir asuntos sensibles y olvidando a las áreas provinciales y rurales. Sus manifiestos declaran que su comunicación es más horizontal, conversacional, explicativa, accesible y más amigable con el usuario que el periodismo tradicional.

Empujados por una misión destinada al servicio público, estos proyectos noticiosos liderados por periodistas a menudo ponen a los lectores y a su seguridad personal mucho antes que su viabilidad económica.

Casi la mitad de los participantes de este estudio dijeron que miembros de sus organizaciones han recibido extorsiones, amenazas o violencia por su labor periodística. Más de un cuarto de las organizaciones dijeron que su cobertura del gobierno y corporaciones les significó perder publicidad y otros tipos de complicaciones económicas.

Esto respalda nuestras observaciones anecdóticas en la región que sugieren que muchos periodistas desarrollan nuevos proyectos periodísticos como respuesta a su frustración por la polarización en sus países. Lo que los mueve es el deseo de crear voces más creíbles en los medios que no sean dependientes de organizaciones o personas que usan a los medios únicamente para respaldar sus agendas políticas.

Casi todos los periodistas entrevistados para este estudio han dicho que los motiva el servicio público, especialmente aquellos que cubren política, género, derechos humanos y comunidades indígenas.

Película animada muestra la brutalidad y el terror del secuestro de un periodista

Pie de Página de México produjo un cortometraje para dramatizar el secuestro y tortura del fotoperiodista Luis Cardona.

La película, Soy el número 16, fue narrada por el mismo Cardona, e ilustrada por el artista Rapé, y sus animaciones ponen al observador dentro de la experiencia del terror, del dolor y de la incertidumbre de una manera que solo el texto no pudo haberlo hecho.

El título se refiere al hecho de que Cardona había pasado meses perfilando las desapariciones de 15 jóvenes hombres, quienes eran trabajadores de bajo nivel organizacional en una red de intercambio de drogas en su pueblo natal de Nuevo Casas Grande, cerca de la abatida Ciudad Juárez. Los hombres armados en uniformes militares quienes lo secuestraron repetidas veces, le dijeron que parara de reportar estas historias o lo matarían.

La película fue posible por medio de la colaboración de la Unión Europea, el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia; y Periodistas de a Pie.

Ambos, el periodista y el artista que trabajaron en el cortometraje, tuvieron que irse de sus pueblos natales por causa de amenazas de muerte.  Vea el vídeo en YouTube.

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